jueves, 25 de noviembre de 2010

Caballos Irlandeses

En Der Spiegel hoy he leido una noticia triste y asombrosa; hay ahora en Irlanda 20.000 caballos abandonados vagando por sus campos, carreteras y calles. En la época boyante, como símbolo de estatus de una nación que adora los caballos, muchos particulares, sobre todo de clase media, compraron caballos o invirtieron en la compra de sementales y pura sangres para dedicarlos a las carreras, muy arraigadas en las costumbres del país. Ahora, el mantenimiento veterinario y la alimentación no pueden asumirse por muchos de los antiguos propietarios, que no se pueden permitir siquiera la inyección letal que, por trescientos euros, daría descanso al animal que en su momento fue el escaparate de la prosperidad de su amo. Aunque es incomprensible para cualquiera que haya convivido con un animal, para ellos es más fácil abandonarlos.

Llega el invierno, y muchos de los animales, malnutridos, heridos y cansados, no sobrevivirán. Pensar en la triste mirada inteligente de un caballo enfermo y abandonado, es desolador, y extender ese pensamiento a esos 20.000 pobres animales es aún peor: es una oscura alegoría de la locura general de hace unos años, un deprimente daño colateral de una época absurda y descentrada.

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