domingo, 15 de febrero de 2009

La deflación ya está aquí

Uno de los temas de moda de las últimas semanas en los medios nacionales es la posibilidad o no de que la economía española pueda entrar en deflación. La evolución de la inflación en los últimos meses, en particular desde que el pasado julio se alcanzara el record de 147 usd en el precio del petróleo, ha sido absolutamente radical en su descenso, llegando en el mes de enero al 0,8% interanual. El País Negocios de hoy dedica su tema de portada a este asunto, sin definirse claramente sobre la posibilidad de que podamos entrar en deflación, pero dejando bien expuestas las negativas consecuencias que para toda economía supone entrar en una espiral deflacionista. Esta semana en el New York Times hemos leído un fantástico artículo sobre la década perdida japonesa, los efectos de la deflación y las formas de abordarla, formas que, por otra parte, no tiene mucho que ver con las, a pesar de todo, tímidas medidas que ahora se están utilizando.

En MacroVistazo siempre nos ha llamado la atención la forma tan olímpica con que se tiende a despreciar la evolución del precio de los activos, en especial de un activo fundamental como es la vivienda, en comparación con los precios de los bienes de consumo. En los momentos en que en España teníamos tipos de interés negativos, con el euribor año en el entorno del 2% y la inflación por debajo del 4%, todos estábamos tan contentos por tener el IPC controlado, mientras que la vivienda crecía, al igual que el crédito, a tasas superiores al 20% anual. Nada pasaba, pues el efecto riqueza generaba prosperidad, los pisos nunca bajaban, era mejor comprar hoy que mañana, los bancos batían records de beneficios año tras año, el Estado batía los de recaudación y todo iba bien: un ciclo virtuoso de prosperidad.

Y a nadie le preocupaba que en este ciclo estuviese el germen del mal, el origen de nuestras actuales penas: un crecimiento exagerado del crédito, financiado con dinero extraño, que distorsionó absolutamente el mercado inmobiliario y del suelo y que hipertrofió al sector bancario.

Ahora, con año y medio de vacaciones en los mercados internacionales de dinero, con el crédito creciendo casi plano, nos encontramos en el inicio de la situación contraria, incluso en el mercado del suelo podemos decir que ya llevamos un año largo de paralización. No hay crédito, y sin crédito no hay operaciones ( o bien podríamos decirlo al revés). Y sin operaciones, con el mercado paralizado, no hay más remedio que esperar a que oferta y demanda se igualen y los precios se ajusten dramáticamente a la baja.

¿Y qué es esto sino deflación, deflación en el precio de los activos, que provoca un "efecto pobreza" en los propietarios, que hace que la deuda sea superior en muchos casos al valor de los activos que la respaldan (los americanos utilizan un término para esto, estar "underwater", que nos encanta), que desincentiva la realización de operaciones en espera de mejores precios, que paraliza la nueva inversión, que hunde a los bancos al crecer su morosidad, que hace que el estado disminuya alarmantemene sus ingresos fiscales...

Y en estas estamos. Es tan importante la evolución del precio de los activos como el de los precios al consumo, pero en la práctica, en las estadísticas, sólo cuenta éste. Y el efecto negativo que la caida de la demanda puede tener en el IPC en los próximos meses tendrá como origen la bajada del precio de los activos, la deflación que ya existe y que seguirá creciendo, y que será la que al final haga aparecer a la otra deflación, la que ahora comentan nuestros periódicos.