domingo, 16 de noviembre de 2008

Daciones, capitalizaciones y concentraciones.

La droga favorita del sector bancario en los últimos meses son las denominadas daciones en pago: adjudicaciones o compras de activos por la deuda, o a precios ligeramente inferiores a los valores de tasación con el fin de evitar futuras retroacciones en caso de concurso de los vendedores.

Con estas operaciones se intenta detener la sangría de incumplimientos y se para el pase a mora de clientes de importancia, por su entidad y por la cuantía de los riesgo que mantienen. No nos equivocamos al decir que, sin estas operaciones, el ratio de morosidad de la mayoría de bancos y, en menor medida (por ahora, pues acaban de empezar) de las cajas de ahorros, aumentaría un par de puntos o tres.

Y es que la situación del sector inmobiliario y constructor es, en estos momentos, dramática: no pueden pagar sus cargas financieras, ni siquiera los intereses. Y, al ser conocido por todo el sector el afán comprador de los bancos, y sabiendo la alergia que tienen a que aumente la morosidad, te llegan a negociar su situación diciéndote qué activos tiene que comprar cada entidad y a que precios. Los que se esán forrando son, como siempre, los Urías, los Garrigues, los Lazard, los KPMG, asesorando y haciendo business plans que no se creen ni ellos.

Y cuanto más grande el banco, más capacidad de compra. Y, así, se llenan los balances de activos improductivos, con elevados costes de mantenimiento, y comprados a unos precios que es incierto que se puedan mantener en el futuro. Se supone que, con la desinversión, se recuperará el beneficio no obtenido.

Dentro de este contexto, el Banco que más daciones está haciendo se descuelga a su estilo con una mega ampliación de capital, por lo que pueda pasar. El Santander ha vuelto a dejar con el pie cambiado al resto del sector, 15 días después de decir públicamente que no necesitaban ampliar capital. Está claro que Botín piensa primero en el negocio y después en el accionista, y que va por libre, obligando a plantearse al resto de colegas españoles nuevamente la necesidad de ampliar capital.

Y es que, quien más, quien menos, todos sabemos en nuestras casas que en este momento los riesgos en dificultad rondan el 10% de la cartera de créditos, y que, a este paso y con tipos a la baja, los beneficios van a ser imposibles de mantener, que las provisiones genéricas se van a esfumar más pronto que tarde, y que se va a tener que recurrir o bien a los mercados, como el Santander, que los va a dejar secos, o a Papá Estado, como el ING o el RBS. En esta coyuntura, las concentraciones en el sector estarán a la orden del día.

El fin de año va a presentar múltiples sorpresas (atentos a Habitat, a Metrovacesa, al "lider en turismo residencial" y a otros muchos más), que pueden hacer que el cierre de diciembre sea catastrófico. Y cuando las entidades no puedan ocultar más la cruda realidad, se desencadenará todo. 2009 va a ser el ejercicio definitivo en la configuración de la banca española de cara a los próximos 15 años. Ya lo iremos viendo.