viernes, 25 de febrero de 2011

Corre, corre, que te pillo

Estamos tan acostumbrados a tragar quina con la situación actual que un detalle que debería pasar casi desapercibido hace de gota que colma el vaso y desata todo el cabreo ciudadano general. Hemos aprendido a convivir con cuatro millones y medio de parados, a pagar en impuestos casi un 50 por ciento de nuestros ingresos (echad las cuentas: renta, IVA, IBI, etc) y a soportar unos servicios públicos penosos sin pestañear, pero, por ejemplo, cuando se ha prohibido fumar en los bares definitivamente casi se monta una revolución civil.

Hoy media España está perpleja con la inocentada que nos ha gastado Rubalcaba diciendo que bajaban el límite de velocidad de 120 a 110 kilómetros por hora en autopistas y autovías para ahorrar carburante. Resulta que llevamos 20 años construyendo la mejor red de carreteras de occidente (sin ironía, es verdad) y ahora nos bajan el límite máximo. Tenemos unos coches con los que no podíamos ni soñar hace 10 años, prodigios mecánicos y electrónicos con todos los avances de seguridad imaginables, y nos obligan a ir a velocidades inferiores a las que mi padre circulaba camino de Javea en los años 70 con su 124.

Cuando todo el mundo pensaba que el límite de velocidad se iba a subir a 140 en nuestras flamantes autovías, igualándonos a lgunos países avanzados de Europa, para poder aprovechar los fantásticos motores de nuestros Mercedes, BMWs, Audis y Volvos, comprados con la ampliación de nuestra hipoteca no hace tanto tiempo, resulta que el gobierno, siempre pendiente del bien común, baja la velocidad máxima para rebajar nuestra factura energética.

No es admisible que el gobierno dé ese motivo para lo que ha hecho: que baje la velocidad máxima para que los pobres contribuyentes gasten menos y que no reduzca el parque móvil oficial, optimice el uso de sus aviones o no potencie la energía nuclear para reducir el gasto de gas de los ciclos combinados expone claramente la trampa del argumento.

Es otra intromisión más en decisiones particulares. Si se decide ir a 120 y el conductor lo quiere pagar no tiene sentido que el gobierno le obligue a ir más lento si no corre peligro su seguridad o la de los demás. El motivo es otro, claramente recaudatorio, y en las próximas semanas lo veremos, ya deben estar calibrando los radares.

Por favor, que acierten aunque sea una vez, que rectifiquen y retiren la norma, y nos dejen gastar el poco dinero que nos dejan manejar en lo que queramos, que estamos hartos de que nos digan lo que tenemos que hacer y que nos engañen con los motivos.

lunes, 14 de febrero de 2011

¿Esta cambiando la cosa?

Dos noticias en la misma linea aparecieron ayer en la prensa; Ángel Laborda en El País Negocios comentaba el cambio en la tendencia del PIB y un resultado mejor de lo esperado en su habitual comentario de coyuntura dominical (El sector exterior sostiene la economía española) y ¡sorpresa! Ambrose Evans-Pritchard en el Telegraph escribía una loa al sector exportador y a la tecnología española (Vibrant exports will save Spain, and perhaps the euro), llegando incluso a la conclusión de que España no se va a ver arrastrada tras el rescate portugués (cada vez, parece, más cercano).

Como el mismo dice, maybe too much Rioja, pero creo que no le falta razón: estamos haciendo los deberes.