miércoles, 16 de junio de 2010

Donde estamos ahora

El ecosistema bancario se ha complicado en las últimas semanas, incluso en los últimos días, de una manera increible. Como todo el mundo sabe, los mercados financieros están cerrados a todas las entidades españolas, que han doblado en 8 meses su recurso al BCE, llegando al 16% de sus préstamos cuando la banca española supone el 11% del Eurosistema.

En mi querido Banco, por primera vez en mi vida, he oido como motivo para no aprobar una operación (50 millones de euros de nada) la falta de liquidez, con lo que tengo claro que la Banca y las Cajas están completamente paralizadas, pues en los tres años de crisis que llevamos más o menos nunca habíamos dejado de prestar a quien se lo merecía por ningún motivo.

El Banco de España continúa como DJ residente en la mayoría de las Entidades, y las perspectivas de ampliar provisiones, estrechar calendarios de dotación y reducir el valor de los activos no son nada halagüeñas.

Y, por si fuera poco, a los habituales sospechosos (constructores, inmobiliarios, etc.) hoy se les ha unido, en un movimiento extraño por lo inesperado, Mediapro, presentando un concurso inimaginable, motivado por el impago de los compromisos que con ella tenía el grupo Sogecable / Prisa. Este impago le lleva a un concurso voluntario y defensivo que, en mi opinión, puede arrastrar a la cabecera del grupo Imagina si no juegan bien sus cartas y, también, a la propia Sogecable, inmersa en el laberinto de su reestructuración y en la entrada de los nuevos socios americanos, y a todos los clubes de futbol que han vendido a Mediapro sus derechos de imagen y que dependen de los pagos de Mediapro para pagar sus fichajes, sueldos, etc.

Todo esto unido a los rumores de rescate europeo a nuestro país por la falta de financiación y a una reforma laboral que no contenta a nadie y que parece que no soluciona ninguno de nuestros problemas, al no propiciar el aumento de contrataciones. El Gobierno se ha vuelto a precipitar por sus propios intereses en un movimiento que le puede costar perder la votación de la ley en el Parlamento y precipitar su caida, cosa que, en el fondo, no nos vendría nada mal.

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